Rosario Gómez Fernández

  • Fecha de nacimiento: 3 de abril de 1952
  • Lugar de nacimiento: Perpiñán (Francia)
  • Lugar de residencia: Argelès-Sur-Mer (Francia)
  • Donante: Indirecta/Directa

Rosy Gómez Fernández narra la historia de su familia, el exilio que sufrieron tras la guerra, la desaparición de su padre durante varios años, el trauma colectivo de reprimir esos años duros de posguerra, y cómo ella ha aportado a la memoria histórica española.

Sus padres, ambos extremeños procedentes del pueblo de Torrejón el Rubio, se casaron en 1933 y tuvieron primero dos hijos: uno en el 34, y otro en el 36, en la víspera de la Guerra Civil. Dos horas después de nacer el segundo hijo el padre marchó a luchar en el frente republicano, y la madre no tuvo noticias de él durante años. En 1937, el hijo primogénito falleció, y se quedó sola con el hermano menor, Rafael.

En la Batalla del Ebro, el padre de Rosy fue bombardeado por los aviación italiana de Mussolini y dado por muerto. Sin embargo, un compañero le cosió la tripa y le salvó la vida. Durante tres años, la madre hizo el luto, hasta que recibió una carta de la Cruz Roja, explicando que su marido estaba vivo.

Pero el padre no pudo volver aún con la familia, ya que hizo la Retirada y acabó en el campo de Argelès-Sur-Mer. De ahí fue al campo de Rivesaltes, y en 1940 fue metido en un tren que le iba a llevar al campo de concentración de Mauthausen. Afortunadamente, una mano le sacó del tren y salvó de ir al campo. Durante la Segunda Guerra Mundial, el padre se unió a la resistencia para liberar a Francia. Después estuvo en el Servicio de Trabajo Obligatorio.

En 1950, salió un decreto en Francia que permitía reclamar a las familias españolas separadas, si el solicitante tenía trabajo y hogar. El padre lo solicitó y escribió a la madre para que viniera a Francia. Pero Rafael, que había crecido con su madre y su abuelo, no quería mudarse a otro país a vivir con un hombre que no conocía de nada. Por ello, hubo un tira y afloja hasta que finalmente en 1951 la familia se reunió en Francia, 15 años después de haberse separado.

Precisamente Rosy nació pocos meses después del reencuentro, en 1952. El padre de Rosy trabajaba como obrero agrícola en esta época, y en general los republicanos exiliados solían hacer los trabajos que los franceses no querían hacer. A los cinco años, Rosy, y su hermano Rafael, obtuvieron la nacionalidad francesa para poder estudiar en el país. Un mes después de ser naturalizado francés, Rafael fue enviado durante 28 meses a la Guerra de Argelia como conductor de ambulancias.

Más adelante, el padre de Rosy murió a las 63 años sin haber nunca regresado a España. Él no llegó a contar a sus hijos sobre los sufrimientos de la guerra y el exilio, porque quería alejarles de ello y que se centraran en los estudios para tener vidas prósperas en Francia. Al fin y al cabo, ser hijos de republicanos españoles conllevaba estigma en ese momento.

Rosy vino un par de veces al pueblo extremeño de sus padres, Torrejón el Rubio, para entender la historia detrás de ello. En esas visitas, ella notó que la sociedad española no había avanzado mucho y que sufría de una amnesia histórica, que se habían olvidado de la barbarie de la Guerra Civil.

Ahora vive en Argelès, dedicada al trabajo de memoria para que no caiga en el olvido, narrando las historias de los españoles exiliados a Francia. 

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